Rosie Dunne y Alex Stewart viven en Irlanda y son amigos desde que tienen cinco años. No unos amigos corrientes, sino amigos íntimos: no admiten a nadie más en su reducido grupo, se sientan juntos en clase, van juntos a todas partes, son inseparables. Traen de cabeza a sus profesores, que convocan en reunión constantemente a sus padres para hablar del mal comportamiento de los niños. A los dieciséis años, Rosie se emborracha y tienen que hacerle un lavado de estómago, lo que provoca que ambos sean expulsados del colegio durante una semana. Alex conoce a Bethany, su primer amor, y se distancia de Rosie. Pero su amistad es fuerte y ambos volverán a ser los grandes amigos que eran. Pero la cosa más desastrosa que podría ocurrir, ocurre: al padre de Alex le dan un trabajo en Boston. Los inseparables se tendrán que separar y vivir en países distintos, con un gran mar entre ambos. Su contacto se basa, a partir de entonces, en enviarse emails, cartas, hablar por teléfono y por chat y alguna que otra visita. Sin embargo, desde la marcha de su mejor amigo, la vida de Rosie cambiará radicalmente y sus planes de mudarse al país donde vive Alex se verán truncados por algo que no esperaba y que hará que la juventud de la chica desaparezca por completo y tenga que madurar de golpe.
La novela está compuesta en su totalidad por emails, cartas, notitas, conversaciones por chat... A los siete años, los protagonistas se enviaban notitas en clase. Conforme van creciendo, pasan a los emails y chats, y ya en la distancia, además, se envían cartas. No hay una narración, todo son cartas, lo que hace que el leguaje sea cercano y la lectura amena y entretenida.
La historia comienza cuando los protagonistas tienen siete años, pero los años pasan y pasan. Sin darme cuenta, he creado en mi mente una imagen de Rosie que ha ido evolucionando en toda la novela y haciéndose mayor también en mi cabeza. Cuando te quieres dar cuenta, ya son unos adultos y dices: ¿qué fue de esos dos niños traviesos que no paraban de hacer trastadas? ¿y de esos adolescentes que odiaban la clase doble de mates de los lunes a primera hora? ¡Qué nostalgia he experimentado! Rosie Dunne (que es la verdadera protagonista de la novela, porque será su vida la que conozcamos mejor) ha tenido un bebé, lo que la ha hecho tener que madurar de golpe y renunciar a todos sus deseos y, lo que es más importante, renunciar a su mejor amigo.
A través de las cartas, podremos conocer al dedillo la vida de los protagonistas (la de Rosie en mayor medida). Aunque no se nos desvele todo de golpe, poco a poco tendremos más datos de la infancia, de la adolescencia y de la edad adulta de los protagonistas. Hechos como que los expulsaran durante una semana del colegio o que Alex no pudiera asistir al baile de debutantes cobrarán una importancia vital.
Al ser cartas, también podremos captar el humor de los personajes y reirnos con ellos. Porque sí, porque esta novela ha hecho que se me salten las lágrimas de la risa.
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