El 27 de septiembre de 1975, el Régimen franquista ejecuta a cinco condenados a muerte por terrorismo; tres militantes del FRAP y dos de ETA. Estos ajusticiamientos sorprenden porque cinco años atrás, Franco había conmutado nueve penas de muerte a miembros de ETA, las del Proceso de Burgos, pero, sobre todo, porque el Régimen está agotado y el dictador enfermo.
El terrorismo golpeaba al Régimen y los sectores duros pedían mayor contundencia. A partir del 14 de julio, tras los asesinatos de varios policías y guardias civiles, la Policía detiene a decenas de militantes del FRAP y de ETA. A los detenidos se les va a aplicar un nuevo decreto de forma retroactiva según el cual no es necesario demostrar que los detenidos estaban en el lugar de los hechos. Tras semanas de torturas e incomunicación, la Justicia Militar se hace cargo de los cuatro sumarios. Esto implica menos tiempo para las defensas y menos garantías para los procesados.
Entre el 28 de agosto y el 19 de septiembre se celebran cuatro consejos de guerra. En ellos se dictan once penas de muerte sin posibilidad de recursos. Solo cabe el indulto, y esa prerrogativa corresponde al Jefe del Estado.
A partir de ese momento se multiplican las presiones para que las penas capitales sean conmutadas. Pero el viernes, 26 de septiembre, Franco decide quién vive y quién muere. Indulta a seis, pero autoriza la ejecución de cinco.
Al día siguiente en Burgos, Barcelona y Madrid, son fusilados Ángel Otaegui, Jon Paredes Manot, Xosé Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo.
La reacción internacional es inmediata. Se retiran la mayor parte de los embajadores europeos, se pide la expulsión de España de las ONU… El fantasma del aislamiento internacional reaparece.
El Régimen reacciona intentando mostrar músculo y el 1 de octubre convoca a miles de personas en la Plaza de Oriente. Allí Franco volverá a hablar de conspiración comunista y judeo-masónica. Será su último discurso público. Franco muere el 20 de noviembre. El Régimen moría matando.
Documentos RNE ahonda en lo ocurrido en aquellos días de julio a septiembre de 1975. Mamen del Cerro narra la historia contando con el testimonio de dos de los protagonistas, Pablo Mayoral y Fernando Sierra, miembros del FRAP en 1975, que narran cómo fueron detenidos, torturados y juzgados en consejo de guerra. Mikel Paredes cuenta cómo fue el momento del fusilamiento de su hermano Jon -Mikel fue el único familiar de los cincos que pudo presenciar la ejecución-. También, María Victoria Sánchez Bravo describe las últimas horas de su hermano José Luis. Los abogados Miguel Castells, Paca Sauquillo y Magda Oranich, defensores de los procesados, explican las condiciones en que se desarrollaron los consejos de guerra, y el experto en terrorismo, Florencio Domínguez, explica la situación en los años setenta.
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Comentarios
aquí nadie reconoce ningún asesinato los muerto se han muerto solos .quizás deberíais de hablar con las familias de los muertos.
Pena de muerte no, en ningún caso. Dudas sobre las garantías procesales, todas. Presentar a esta gente poco menos que como angelitos desventurados que pasaban por ahí, no es creíble. Independientemente de que no sea aceptable la aplicación de la pena de muerte en ningún Estado, intentar blanquear a las bandas terroristas de FRAP y ETA como luchadores por la libertad aún en una dictadura es un despropósito.
Ni una palabra sobre los policías asesinados como perros por la espalda y rematados a cuchilladas...esos no tenían familias, nadie se acuerda de sus nombres ni le hacen programas...
Magnífico documento.
Da vergüenza ajena pensar que un país democrático de la Union Europea pueda estar pagando esta bazofia propagandistica con los impuestos de todos sus ciudadanos.
Muy buen programa. Enhorabuena.
El que quiera propaganda rojo-facha q la pague
Qué asco.Esta cochambre hay q cerrarla
Muy bien, fue una dictadura terrible. Los juicios no contaron con las garantías mínimas. La pena de muerte es inaceptable. Las familias sufrieron lo indecible. Pero es una recreación que sólo aporta testimonios de una de las partes. Los policías y guardias asesinados también tendrían madre, hijos, hermanos, familiares. A lo mejor habría sido buena idea buscar a alguno de ellos y dejar que expresaran su sentir.
Vaya programa más sectario. He aguantado cinco minutos, no más. Pero, qué asco.