Mutantes de las alturas. Las mutaciones genéticas que hacen de los sherpas del Himalaya super-humanos. Una carrera de relevos femenina en STEM Semillas congeladas que germinan en el espacio El Método es un podcast producido por @Luis_Quevedo para los que, enamorados del mundo, queremos aprender más de él a través de la mejor herramienta que ha desarrollado la humanidad, la ciencia. Suscríbete y escucha todos los episodios elmetodo.fm. Deja comentarios y valoraciones en iTunes e ivoox, por favor, y no olvides compartir este episodio con alguien a quien creas le pueda alegrar el día. Si quieres más ideas de buenos podcasts en español, visita cuonda.com, la comunidad independiente de podcasts en tu lengua. Suscríbete al correo semanal de El Método en https://tinyletter.com/luisquevedo Puedes verme en televisión, cada día 12:30 y 2:30 pm EDT [New York] en NTN24 en este stream. Mutantes de las alturas. Las mutaciones genéticas que hacen de los sherpas del Himalaya super-humanos. La falta de oxígeno NO es algo bueno. Huelga decirlo y cualquiera que haya hecho submarinismo o haya paseado por la Gran Vía de Madrid sabrá lo malo que puede llegar a ser el asunto. Pero una cosa es la percepción subjetiva de que nos “falta el aire” y otra cuando literalmente los niveles de oxígeno en el organismo se desploman. Es un problema típico -la hipóxia- en el fallo cardíaco, enfermedades pulmonares -claro- anemia y muchos cánceres. Lejos de la cama del hospital, la mayoría de personas la sufre cuando se encuentran en lugares de baja presión, como a grandes alturas: escaladores, montañeros, paracaidistas y ya sabéis, gente amante de la adrenalina en general. Sin embargo, no todos. Los humanos que viven desde hace tiempo a grandes alturas han desarrollado mecanismos biológicos para sobrellevar la escasez de oxígeno en su ambiente. Las adaptaciones de los Sherpas son el objeto de estudio de un artículo publicado hoy en PNAS. En particular, los investigadores se interesaron por cómo su metabolismo -determinado por su particular genética- permite a sus músculos conservar energía a tan grandes elevaciones y les da, probablemente, una ventaja atlética frente a los humanos normales y corrientes. Andrew Murray y colaboradores han comparado a un grupo de humanos -15 Sherpas de ascendencia tibetana y 10 “lowlanders” como nos llaman al resto en el artículo [por cierto, no he podido evitar recordar a Christopher Lambert al leerlo]. Los 25 sujetos de unos 27 años de edad, particpaban en una expedición que los llevaría hasta los 5.300 metros de altura de Kathmandú al campo base del Everest. Midieron el metabolismo muscular, la oxidación de ácidos grasos y la función mitoncondrial -entre otros marcadores- y lo que encontraron es que, comparados con los lowladers, los Sherpas muestran mayor eficiencia en el uso del oxígeno, menor capacidad para oxidar ácidos grasos, mejor uso de la energía muscular y una mayor protección ante el estrés oxidativo en condiciones de baja concentración de oxígeno. Estas adaptaciones se han asociado a una forma del gen PPARA, implicado en el metabolismo de las grasas, que es más activo en los Sherpas. Además de ayudarnos a comprender un poco mejor la natural superioridad atlética Sherpa, esto nos puede ayudar a enfocar mejor condiciones de hipoxia a mucho menor altitud también. Article #17-00527: “Metabolic basis to Sherpa altitude adaptation,” by James A. Horscroft et al. Una carrera de relevos La ciencia y la ingeniería es lo que nos ha dado el increíble lujo en el que vivimos la gran mayoría de los días de nuestras vidas. Al menos en Occidente, los resultados de la revolución científico-técnica y el capitalismo son abrumadores. Huelga decir que no todo el monte es orégano pero esa es una discusión para otro momento porque ahora me quiero centrar en cómo los protagonistas de esa revolución no son todo lo buenos que podrían ser. O, mejor, todo lo buenas que podrían ser. Ciencias e ingenierías adolecen de una crónica falta de cerebros femeninos. Por una variedad de motivos -muchos simple y llanamente sexistas, otros algo más biológicos y sutiles- el caso es que hacen, hacéis falta más vosotras en el STEM -que son las siglas de Science, Technology, Engineering and Maths, en inglés y que es la palabra adoptada universalmente también en español, supongo que porque suena mejor que CTIM no tiene la misma calidad auricular. En fin. Innovar para progresar, es el mantra de, ciertamente, EEUU. País que me resguarda desde hace un tiempo y que, a pesar de lo mucho más prominente de la ciencia en su identidad nacional, no logra resolver el asunto de las mujeres y otras minorías. Se han escrito ríos de tinta sobre posibles causas y plausibles soluciones pero lo cierto es que los datos rigurosamente contrastados, los experimentos sobre cómo solucionar esto no abundan. Hoy en PNAS publican un estudio longitudinal sobre el efecto de las mentorías sobre la experiencia y la retención dentro de la ingeniería de mujeres. Durante dos años -uno durante la mentoría y otro después- siguieron a 150 estudiantes a las que les asignaron aleatoriamente mentores masculinos, femeninos o ninguno. El resultado es que las mentoras -pero no los mentores- mejoraron la sensación de pertenencia, la motivación y la retención de las estudiantes en la ingeniería y aumentaron las aspiraciones post-estudios de las mismas. Curiosamente, y contra lo que se solía pensar -dicen Tara Dennehy y Nilanjana Dasgupta, las autoras del paper- sacar mejores notas no se asoció a mayor retención dentro de la disciplina o mayores aspiraciones profesionales. Lo más determinante era la sensación de pertenencia y autonomía. Además, los efectos de la mentoría demostraron extenderse en el tiempo mucho después de que ésta terminara, durante los dos primeros años de estudios -que se asocian al mayor riesgo de pérdida de alumnado femenino. Article #16-13117: “Female peer mentors early in college increase women’s positive academic experiences and retention in engineering,” by Tara C. Dennehy and Nilanjana Dasgupta. Semillas congeladas que germinan en el espacio Y finalmente, también en PNAS hoy, un grupo de científicos nos informar de que si nuestra ilusión era guardar muestras de nuestro esperma congelado en la Estación Espacial Internacional para luego tener algo interesante que contarle a nuestros hijos… resulta que podemos hacerlo sin demasiados remilgos. Al menos si tomamos por buenos los resultados obtenidos con esperma de ratón y los cachorros que han nacido sanos a partir de éste. Esto no es una broma, pensad en la radiación: en la ISS es 100 veces mayor que el la superficie de la Tierra -para los Sherpas de antes y los que nos pasamos media vida en un avión, es algo superior pero no tanto-. El caso es que si esta radiación afecta de manera grave al esperma, ésto podría ser un un riesgo tremendo para animales espaciales -algo que tarde o temprano nos habremos de plantear y quien sabe si en nuestra actual forma. Teruhiko Wakayama y colaboradores enviaron muestras de esperma de ratón congeladas a las ISS donde estuvieron 288 días antes de regresar al laboratorio, entre agosto de 2013 y mayo de 2014. Ya de regreso se compararon con muestras similares que se habían mantenido en el planeta y mostraron levemente una daño superior al ADN. Sin embargo, cuando más tarde se utilizaron para una fecundación in vitro, la tasa de nacimientos viables fue similar en los dos grupos. Se les secuenció el genoma a los cachorros y no se hallaron sino leves diferencias con los controles y los adultos en los que se convirtieron fueron normalmente fértiles también. Es decir, que aunque hay un daño significativo en ADN que ha se ha mantenido en el espacio, éste debe ser reparado más tarde por la maquinaria celular y el desarrollo. Ya sabes, un paso más para la era del espacio. Article #17-01425: “Healthy offspring from freeze-dried mouse spermatozoa held on the International Space Station for 9 months,” by Sayaka Wakayama et al.
Comentarios
Otra vez al trabajo! Luis (Parabéns para tu hermana) Me parece interesantísimo lo de las mentorías, mis buenas alumnas, no siempre se atreven a una carrera de ciencias y menos de tecnología. Una referente y tutora estaría fantástico. Mi propia hija, a pesar de gustarle mucho su ingeniería la veo con falta de ilusión en un proyecto u objetivo. Estudia, pero falta algo. Te escucho, me gustan estos #dailys !
Sr. Quevedo, las descripciones que escribe en ivoox, son magníficas, prácticamente, casi ya no haría falta escuchar el podcast, sino fuera por que vale la pena escucharlo. Y sin faltas de ortografía y coherencia sintáctica y semántica. Así sí.