Asana, el Movimiento interno del Amor
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El Movimiento interno del Amor Hablamos de Asana que para mi es el movimiento interno del amor y de cómo podemos utilizar Asana para poder ‘ser mejor y estar mejor’.
El Yoga es muy amplio y tiene muchas ramas pero aquí nos ocuparemos de las posturas y de como afecta a tres de nuestras facetas que pasamos a ver a continuación.
Lo físico, lo emocional y lo espiritual La gente se acerca al Yoga por diferentes motivos: la salud física, la emocional o espiritual…pero siempre que hablo de Yoga, de Asana o de cualquier cosa relacionada con la práctica, para mi siempre es dirigido a ese cómo ser mejor y cómo estar mejor.
Para ello analizamos los detalles de las posturas que hacemos. Lo hacemos antes y después, lo hacemos también mientras las ejecutamos.
Es importante tener un conocimiento serio de lo que estamos haciendo con nuestro cuerpo. Pero podemos ir más allá.
En cada postura hay un componente anatómico, un componente profundo y un componente sutil. Esto debe ligarse con las 3 fases de las posturas de Yoga y con las 3 Gunas que hemos visto en otros podcast. Está integración de todos los elementos es importante ya que sin ella, en nuestra práctica puede aparecer la rigidez y la acción por la acción y, lo que hagamos, no tendrá tanto impacto vibratorio en el ser interior y nos quedemos solo en lo externo.
De ahí que mi objetivo es presentar estos elementos para que podamos integrarlos en nuestro Yoga a medida que practicamos y nos sirva para ir cada vez más hacia dentro, hacía una vacuidad luminosa. ¿Suena pretencioso? ¡Que vá, si al final es la búsqueda de la simplicidad!
Lo correcto y lo incorrecto de cada postura Las posturas, para que cumplan su función, hay que hacerlas bien. Y aquí salen a la palestra las diferencias entre escuelas ya que cada una tiene su propio ‘hacerlo bien’ y es diferente en algunas ocasiones. Pero eso no debería ser ningún problema para nuestra comprensión y avance, ya lo veréis.
Para mi hay algo importante y es lo siguiente: la clave no es si algo es ‘correcto o incorrecto’, sino si ‘funciona o no funciona’.
Si estamos es lo primero estamos en la dualidad. Estamos pendientes de cómo se hace en nuestra determinada escuela y no estamos pensando en lo anatómico, si no en la dualidad de ideas entre escuelas de Yoga. Si estamos en lo segundo no hay límites.
No nos limitemos a nada, escapemos de la dualidad de lo correcto y lo incorrecto y veamos si funciona en el cuerpo. Y si funciona veamos si es así en todos los cuerpos, en el caso de que seamos profesores.
A veces, solo a veces, nos centramos en la manera de hacer de un determinado estilo o escuela y esto corta nuestras alas para pensar por nosotros mismos y ver más allá. Más allá está la persona que tenemos delante, o nosotros mismos y, tenemos que ver cómo afecta anatómicamente una acción en una estructura determinada.
Si paramos la dualidad, veremos a otra escuela, otro estilo u otra forma de hacer, como aliados en nuestro camino de avance en lo de fuera y lo de dentro.
Pero debe haber un mínimo en la ejecución para sacarle todo el partido a la postura así que ¿en que nos podemos basar para saber si esta bien una postura?
En su componente anatómico, profundo y sutil.
Lo anatómico Imagina que haces una postura en la que se gira la pierna y el pie hacia fuera, un ejemplo básico es Utthita Trikonasana.
Si somos capaces de mantener anatómicamente una línea entre el pie, la rodilla y la espalda, la postura llenará de salud nuestras articulaciones, el reparto de pesos será equilibrado, el movimiento internos de la postura se dará con facilidad, y nuestro cerebro y rostro podrán estar en un Savasana profundo.
Pero si por el contrario anatómicamente el pie no gira 90º o la cadera se va de la línea nalga-rodilla-tobillo, estaremos llevando a la cadera tensión, pero además a la parte interna de la rodilla y el reparto de pesos en el pie no será el correcto. Con todo esto la espalda tampoco podrá estar en una correcta posición anatómica.
Así que para que nuestra estructura, nuestra emoción y nuestro corazón se alimenten de la postura, lo de fuera, lo anatómico, la forma de la postura, debe estar bien hecha.
Otro ejemplo rápido: imagina que estiramos los brazos por encima de la cabeza en Urdhva Hastasana. Estos deben estar verticales y completamente estirados con una acción ascendente.
Si nosotros o un alumno no puede hacer esto por falta de flexibilidad o movilidad y se fuerza para conseguirlo, puede que termine llevando trabajo a la lumbar y esta se curve más para así poder subir más los brazos. Es un ejemplo muy clásico. Aquí estaríamos fuera de lo anatómico, ya que la lumbar está asumiendo el trabajo de los brazos. Sería más lógico que separásemos los brazos entre sí para que la musculatura tenga más espacio al acceder a subir, o incluso podríamos no subir tanto los brazos y quedarnos en el punto máximo al que lleguemos, intentando llegar un poco más para que haya trabajo.
Esto parece muy lógico en una acción tan sencilla, pero cuando nos metemos con Asanas o acciones más complejas, entran en juego muchas diferencias entre escuelas que no nos interesan tanto como qué es lo anatómicamente correcto para una estructura determinada.
En definitiva, piensa por ti mismo. En un principio el marco de acción de una manera determinada de practicar nos hace avanzar y nos da las claves, pero a la larga nos puede limitar.
¿Y como se si es bueno lo que hago? ¡Si estas mejor que cuando empezaste en todos los aspectos, entonces funciona! Parece broma, pero es una pregunta que debemos hacernos.
Lo profundo En este componente metemos más acciones de las posturas, nos fijamos en más cosas. Volviendo a la postura de antes de Utthita Trikonasana podríamos ver cómo está la pierna de atrás de activa, como están los órganos internos, como se estira el tronco a partir de la acción de las piernas….Debemos meternos en ese componente más profundo porque nos dará claridad en la propia postura y va a tener un impacto vibratorio sobre nosotros positivamente. Estos detalles profundos nos dan estabilidad, soporte, enmarcan el Asana, le dan sentido, dirección y sostén.
Lo Sutil Siguiendo con el ejemplo anterior, en el componente sutil estaría en el movimiento de la piel, en cómo está la mirada, cómo está el rostro, como está el cerebro…Igual de importante ya que hacen del Asana algo que va de lo externo a lo interno, empezamos a ver lo que hay detrás de la propia postura y le dan el ‘sabor del Yoga’ tan importante.
Pero el martillo no puede ser más importante que lo que hacemos con el martillo.
Steve Vai y sus 10 horas de práctica El músico estadounidense Steve Vai es conocido por su virtuosismo con la guitarra. Es famoso por estudiar muchos años durante 10 horas al día con su instrumento. Se le puede considerar como uno de los virtuosos de la guitarra más importante que existe.
No obstante él mismo cuenta cómo para él lo importante en la música no es lo virtuoso, sino el corazón que le pones a cada una de las notas. Y nos cuenta que para él era una necesidad interna dominar el instrumento para poner su alma en la música. Pero también nos indica cómo hay otros guitarristas que hacen lo mismo, ponen el alma en su música, con mucha menos técnica que la que él tiene.
Y aún siendo un virtuoso de gran calado, nos enseña que finalmente eso no importa, solo importa tu intención y cómo diriges la misma a la hora de tocar. Solo importa el camino entre la piel, lo que toca la música, y el corazón, lo que transporta la música. El camino entre la piel y el corazón. El camino entre la estructura física y el amor.
El martillo y la pared Así, si nos dan un martillo para que hagamos un agujero en la pared, lo importante no va a ser el martillo, sino nuestra capacidad de hacer el agujero.
Es cierto que el martillo habrá que cuidarlo, mimarlo, pulirlo y mantenerlo en buen estado. Pero imagina que nos pasáramos todo el día sacándole brillo al martillo. A la larga, no haríamos el agujero que es lo que se nos había pedido, sino que estaríamos pensando en el martillo.
Imagina que alguien viene y te dice que colocando en el martillo una punta de acero va a ser mejor. Paras tu trabajo y te vas a colocarle la punta de acero. Después, continuas con el agujero.
Al día siguiente alguien te dice que si colocas en el mango algo que frene el sudor en tu mano va a ser aún mejor para golpear la pared. Paras de nuevo tu trabajo y vas a colocar en el mango algo para frenar el sudor.
Y esto se repite día tras día. Cada día alguien viene y te dice un nuevo truco o técnica para mejorar tu martillo. Y al final estás más pendiente de cómo puedes mejorar tu martillo que en hacer el agujero en la pared.
Conclusión, el agujero, que era el propósito de tener un martillo, no se ha llevado a cabo.
Sucede algo similar en las Asanas.
¿Puedo llevar mi corazón a cada acción del Asana para que sea transformadora?
Le pongo el componente Anatómico, el profundo y el sutil. Pero, ¿estoy en el martillo?, es decir, solo en el Asana, ¿o soy capaz de llevar el corazón a lo que hago? ¿Estoy en la piel o en el camino entre la piel y el corazón?
Creo que esta es la clave para que el Yoga nos transforme.
Sí, efectivamente, estemos a la postura, hagamos la bien, concentrémonos en los detalles. Pero ojo, cuando estiro un brazo, la piel se estira, la fascia se mueve, la musculatura actúa y tengo que llevar la piel de la axila hacia la mano, eso es así, hazlo.
Pero lo más importante es esto: cuánto amor llevo desde la axila hacia la mano. Ese es el factor clave, el movimiento interno del amor.
Así, el martillo no puede ser más importante que lo que hacemos con el martillo.
La conexión La idea es es enfocarse en lo mínimo con la máxima eficacia para llegar al punto espiritual de las Asanas.
Si solo pudiéramos hacer una postura, y tuviéramos que realizar lo anatómico, lo profundo y lo sutil…¿nos meteríamos en un sin fin de ideas útiles o la haríamos con la mejor precisión para luego meditar en ella?
La cuestión es con que parte de la postura te conectas. Si estás solamente a las sutilezas mecánicas, no avanzas en lo espiritual. Hay que meter técnica, hay que ejecutar bien las posturas y ver qué estamos haciendo. Tiene que estar lo anatómico, lo profundo y lo sutil Pero no como un camino de componente físico, sino de amor.
Con esto en mente, podremos realizar lo que el gran profesor Igor de Gracia denomina ‘añadir experiencia al momento presente’. No dice añadir técnica, no dice añadir detalles, sino integrar todo eso al momento presente. creo que este es el camino para que llevemos amor desde la piel de la axila hacia la mano, no solo el movimiento muscular.
Añadimos experiencia al momento presente porque si no, estamos haciendo un Asana desde el futuro y el pasado.
A veces solo estamos pensando en la postura -esta acción la he hecho, esta la tengo que hacer-…
Bien, es normal que pasemos por eso al principio, pero al final debe haber un punto de integración para no quedarnos solo en el futuro y pasado al practicar. No es futuro y pasado sino añadir experiencia al momento presente.
Así, nuestras posturas no solo serán meditación en acción, sino que serán meditación.
Por eso las Asanas tienen que estar bien ejecutadas, tienen que estar bien realizadas y debemos prestar atención a los detalles. Tenemos que ejecutar el componente anatómico, el profundo y el sutil. Y de ahí hacer de la postura algo global para llegar al punto más espiritual de las Asanas, el movimiento interno del amor
Si solo estamos en lo mecánico tiramos de ego. Si nos conectamos al amor de la postura tiramos de vacuidad y ahí sí la práctica se hace más grande. Osea que una vez que está el componente anatómico, el profundo y el sutil, atrapamos el movimiento interno de la postura, paramos la conversación mental y escuchamos el latir del Asana.
Ideas clave No es si es correcto o incorrecto, eso es dualidad y la dualidad crea fricción. Lo más importante es si funciona o no funciona.
No es futuro y pasado de las acciones. Sino la integración de la experiencia al momento presente y al movimiento y latir de la postura.
¿Con que parte de la postura te conectas?: si solo te conectas con las sutilezas mecánicas no avanzas en lo espiritual. Conectémonos con ese camino entre la piel y el corazón.
No podemos pensar que solo haciendo Asanas tenemos todos los Yamas y Niyamas, por muy bien que las hagamos. La intención con la que practiquemos en lo más importante: conéctate con la parte de cuanto amor llevas a las acciones de las posturas. Una vez más, lleva experiencia al momento presente.
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¡Te veo en el curso!
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