Especial Informativo Noticias 13.00 h - Xoves, 16 de abril de 2020

• Anónimo
• Jue, 16/04/20 17:18

Los gobernantes de algunos Concellos del Baixo Miño no respetan las prescripciones médicas y una "avalancha de parientes y vecinos madrileños " iniciaron en fuerte foco de contagio. 1.Estos gobernantes no facilitaron ni facilitan medios de prevención a las CUIDADORES DEL CONCELLO TOMIÑO DE AYUDA A DOMICILIO, NI MASCARILLAS, NI GUANTES,NI PATUCOS,NI BATAS DESECHABLES NI DUCHAS PARA PODER ASEARSE Y CAMBIARSE ESTAS TRABAJADORAS. 2.Eso si, populismo repartiendo a los menos necesitados y con ejemplos muy próximos y campañas de marketing y propaganda como la antigua falange, con apoyo de gentes interesadas para después favorecerse con subvenciones, MORDIDAS,baratas,influencias,enchufes,nepotismos,PELOTILLEROS Y PELOTILLERAS,etc.. 3.Estas gobernantes está avisados de lo que pueda pasar a dejar a estas profesionales indefensas, solas ante el peligro y no solo eso, sino que no se preocupan de que procedan a hacer test a las 2 Residencias y 1 Centro de Dia. Hay que cumplir el protocolo de3. 1.Definir los + asintomaticos, para un hotel o con sus familias. 3.2.Los + con sintomas pa el Hospital.3.3 Los que esten bien, en las Residencias muy separados y en cuarrentena, no recibir visitas , con todos los medios de protección y lavandose las manos de forma continua. MIRAR LO QUE PASÓ EN EL GROVE EN EL AÑO 1.893 Estas son, a modo de resumen, algunas de las claves de la pandemia padecida en la villa meca en 1893: En mayo de 1893 atraca en el muelle un galeón panzudo cargado de harina con la que abastecer a varios clientes del pueblo. Aquella harina portaba el virus de la viruela negra, por lo que se convirtió en un caballo de Troya. Dos hermanas son las primeras infectadas El 29 de mayo de 1893 requieren al médico titular del ayuntamiento, Luis Benavides Mestre, para ocultar a dos hermanas que tenían 40 grados de fiebre. Eran las pacientes cero. Aquello iba a ser el principio de una larga agonía que azotaría durante varios meses al pueblo pescador, congelándolo emocionalmente en pleno verano de 1893. El alcalde, Francisco Otero Moraña ordena que la casa de los invadidos por la viruela la custodien los dos únicos guardias municipales con que cuenta el ayuntamiento por esa época. Decretó la cuarentena absoluta para los afectados, sin poder salir a la calle hasta que se expidiese un certificado sanitario de su completa curación. El alcalde adoptó inmediatamente las primeras medidas preventivas, como la limpieza de las sucias y malolientes calles, la desaparición de las aguas estancadas que arrastrarían infecciones, el enterramiento de desperdicios a gran profundidad, el blanqueo con cal de las viviendas e incluso el lavado de las ropas de los invadidos en los ríos próximos. Los grovenses no respetaron las prescripciones médicas y una "avalancha de parientes y vecinos", como tenían por costumbre por aquella época, entraron en la vivienda de la calle oscura para saber "cuál era el motivo de la enfermedad". Aquello fue un desastre y los contagios y muertes no dejaron se sucederse.

• Anónimo
• Jue, 16/04/20 17:03

Estas son, a modo de resumen, algunas de las claves de la pandemia padecida en la villa meca en 1893: En mayo de 1893 atraca en el muelle un galeón panzudo cargado de harina con la que abastecer a varios clientes del pueblo. Aquella harina portaba el virus de la viruela negra, por lo que se convirtió en un caballo de Troya. Dos hermanas son las primeras infectadas El 29 de mayo de 1893 requieren al médico titular del ayuntamiento, Luis Benavides Mestre, para ocultar a dos hermanas que tenían 40 grados de fiebre. Eran las pacientes cero. Aquello iba a ser el principio de una larga agonía que azotaría durante varios meses al pueblo pescador, congelándolo emocionalmente en pleno verano de 1893. El alcalde, Francisco Otero Moraña ordena que la casa de los invadidos por la viruela la custodien los dos únicos guardias municipales con que cuenta el ayuntamiento por esa época. Decretó la cuarentena absoluta para los afectados, sin poder salir a la calle hasta que se expidiese un certificado sanitario de su completa curación. El alcalde adoptó inmediatamente las primeras medidas preventivas, como la limpieza de las sucias y malolientes calles, la desaparición de las aguas estancadas que arrastrarían infecciones, el enterramiento de desperdicios a gran profundidad, el blanqueo con cal de las viviendas e incluso el lavado de las ropas de los invadidos en los ríos próximos. Los grovenses no respetaron las prescripciones médicas y una "avalancha de parientes y vecinos", como tenían por costumbre por aquella época, entraron en la vivienda de la calle oscura para saber "cuál era el motivo de la enfermedad". Aquello fue un desastre y los contagios y muertes no dejaron se sucederse.