Haideé Ges Barrientos es una madre cubana que reventó hace unos días en Facebook porque su hijo de 19 años, que está en el servicio militar, fue apuñalado en el cuello en agosto pasado. A día de hoy su agresor sigue en libertad y en la estación de Policía del Capri, en Arroyo Naranjo (La Habana), no se aclaran con la investigación. Para evitar que la cosa vaya a más, ella mantiene a sus hijos sin salir de casa. "No es fácil tenerlos encerrados por temor a que los maten", comenta en declaraciones a CiberCuba. Todo ocurrió en la noche del 23 al 24 del mes pasado. Su hijo Liván Mustelier venía de ver a su padrino y antes de subir a su casa, ubicada en Párraga (Arroyo Naranjo), se acercó a la esquina de la calzada donde vive su madre para preguntar por Leandro, su mejor amigo, con quien acostumbra a hablar de fútbol. Esa esquina de la Calzada de San Agustín, entre Estrella y San José, en Párraga, está habitualmente a oscuras, pero allí se reúnen cada noche los muchachos del barrio. Para su sorpresa, en ese momento tenía nuevos ocupantes, que le contestaron en forma descompuesta. Sorprendido, Liván les pregunta: "¿Quiénes son ustedes?" En ese momento, alguien lanzó una piedra al grupo y, por desgracia, le dio a los visitantes que no se lo tomaron nada bien. Liván se fue a su casa y regresó con su papá y su hermano mayor a la esquina para aclarar el malentendido. Antes de salir por la puerta le dijo a su madre: "Estos muchachos andan mal". Cuando el padre y sus dos hijos llegaron a la esquina, no les dejaron abrir la boca. "Era demasiado tarde. Ya los estaban esperando", cuenta la madre a CiberCuba. Nada más acercarse al grupo, uno de los que estaban allí acuchilló brutalmente a Liván en el cuello, causándole una herida que le pudo costar la vida. Al padre le asestaron un batazo y al hermano, un botellazo. Ninguno de los dos se defendió de los golpes porque corrieron a recoger a Liván, que estaba desangrándose en el suelo escupiendo sangre y prácticamente sin conocimiento. Lejos de marcharse del lugar, el agresor intentó rematar a Liván cuando éste estaba en el suelo, pero se le cayó el cuchillo y una muchacha que estaba por allí le pisó la mano, cogió el arma y la tiró en una zona con hierba. Inmediatamente, familiares y vecinos se llevaron a Liván al centro médico de Párraga, el más cercano, a la espera de que la ambulancia lo trasladara al hospital. Para entonces, el policlínico era una hervidero de gente y hasta allí se acercaron dos patrullas de la PNR. Una de ellas, la número 540. Desde este preciso instante, comenta la madre del joven agredido, empezó su mal trabajo. En cuanto uno de los hermanos de Liván afeó a los agentes que no hubieran aparecido en medio de la bronca, un policía sacó su tonfa y amenazó con golpearlo. "Le querían caer a golpes nada más y nada menos que ocho policías a mi hijo de tan solo 18 años", cuenta la madre del joven apuñalado. Pero los efectivos policiales no contaban con que vecinos y familiares iban a salir en su defensa y tuvieron que salir huyendo de allí. Ese momento lo aprovecharon los agresores de Liván para apedrear el centro médico con la intención, según su madre, de entrar y rematar a su hijo apuñalado. Otra vez sus conocidos y allegados hicieron frente a los agresores, que no consiguieron entrar. Una hora después, con Liván prácticamente desangrado, llegó la ambulancia que lo trasladó al Hospital Nacional, donde fue intervenido de urgencia durante tres horas y media. El MININT, siempre según la versión de su madre, puso vigilancia en el hospital para evitar que el joven, que está pasando el servicio militar en la Clínica de 19 y G, en el Vedado, volviera a ser atacado. Desde entonces ha pasado casi un mes y la madre de este joven apuñalado en el cuello asegura que no tiene palabras para describir el momento que está viviendo su familia. "No es fácil tener a mis hijos encerrados ...
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