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El Proceso (Franz Kafka)
"Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, fueron a detenerlo una mañana". Un par de funci onarios detienen al gerente bancario Josef K., limitándose a decirle que se encuentra procesado. Desde ese momento Josef K. es sujeto de un asfixiante procedimiento judicial que poco a poco se apodera de su vida; es interrogado en infectas dependencias de tribunales decadentes, instalados en buhardillas de la periferia; es espectador de extrañas situaciones relacionadas a los burócratas que lo rodean y conoce a personajes que parecen querer ayudarlo, pero son tan impotentes como él frente a las muchas instancias y niveles del poder judiciales. Todos, como señala Titorelli el pintor, son parte del tribunal. Un tío de Josef llega del campo a ayudarlo, puesto que la noticia del proceso en su contra se expande rápidamente. Lo lleva con un abogado "de los pobres" viejo amigo del tío, quien asumirá su defensa a pesar de la enfermedad que lo mantiene en cama. Es un hombre bien relacionado y de posición que le explica el funcionamiento del poder, y las pocas posibilidades de intervenir que tienen los acusados y sus defensores. En la desesperación de K., producida por el nulo avance observable en la defensa, decide hacerse cargo por si mismo de su proceso, que valga decirlo, cada día lo consume más; en ese escenario recurre a un paupérrimo pintor que se dedica a retratar a los jueces, quien le indica que puede serle de gran ayuda, si bien no para obtener una sentencia positiva, al menos para aplazar o suspender el proceso. Finalmente, K. termina por confusas circunstancias conversando con un sacerdote, capellán de la cárcel, que le relata la famosa historia del hombre ante la ley. Una noche dos guardias vienen a buscarlo. Sin decirle nada, lo acompañan hasta las afueras de la ciudad donde, a pesar de un leve brillo de esperanza, terminan por ejecutar su condena. Josef K. en sus últimos momentos solo desea aligerar la misión de sus captores y poner fin al proceso, asumiendo de algún modo como cierta una culpa desconocida.