"En Argentina, a la que nunca imaginé que volvería después de mi largo exilio, estuve el
año pasado dando unos recitales durante los que
comprobé, siempre me asombro de estas cosas, el cariño y el intenso recuerdo de mi estancia allí, muy difícil de reflejar en estas páginas
sin que pueda parecer vanidad de un poeta nostálgico. Pero mi visita dejó honda huella en
la vida cultural de Buenos Aires, y eso me estimula de nuevo a subir a un avión, como un marinero en el aire, y volver a abrazar a tantos amigos que aún tengo por allí con la huella
del tiempo en el alma.
Me anima a hacer este nuevo viaje la grabación de un disco, El viento que viene y va, que he realizado con Enrique Llopis, cantante argentino de una sorprendente sensibilidad, que ha
puesto una bellísima música a varios poemas de mi libro Baladas y Canciones del Paraná, que yo escribí durante mi vida argentina:
Hoy el Paraná respira
con aliento de azahares.
Con el azahar me voy
No me detengáis.
El inmenso río que da título al libro, sus barrancas verdes, los caballos que parecían bordar el campo, el bañado, las iguanas, la quinta del Mayor Loco, don Amarillo ladrando,
los paisajes que me rodeaban... Todo ello, junto a la inmensa añoranza de España que me inundaba, dan vida a unos versos de una asombrosa sencillez que hoy, al escucharlos
musicados parecen adquirir su auténtica significación. Buenos Aires, Rosario, Córdoba, me esperan nuevamente, esta vez creo que sí será la última, y yo acudo a aquellas tierras con la misma fuerza que antes. Mientras espero reencontrarme con aquel olor de azahares, esta noche otoñal gaditana voy a dejar mi ventana abierta, por ver si el aire me trae hasta mí un largo y profundo olor a albahaca".
Rafael Alberti, La arboleda perdida, 1987
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